71.
EL AMOR ETERNO
Cosa efímera a resultado ser,
el amor eterno,
¡como si existiera!
Pero no,
no existe,
ni es,
ni nada.
Dejamos de amarnos,
y dos minutos después,
amamos de nuevo,
con la misma intensidad.
Amor que ahora resulta ser,
la eternidad que pierde el objeto.
Es el deseo,
el amor, no es mas,
sólo acostarse y sentir.
Existir amando,
eternamente amando,
aunque el amor eterno,
no exista.
Nos ponemos a creer,
que es amor,
ETERNO.
Aunque al rato,
la eternidad sólo sea,
lo que deseamos ayer,
pero hoy ya no.
72.
NO,
Usted no entiende,
lo que es la preocupación,
y eso es bendito,
bendito,
no preocuparse,
bendito,
dejarle la preocupación,
a los otros,
a los padres,
a los amigos.
Que se pudra,
que se pudra mi preocupación,
usted no la vale. Noviembre
4 de 1996.
73.
HOY ES JUEVES
Si dejara de ser jueves,
seguramente,
igual tendría ganas de verte.
Y si dejara de ser jueves,
seguiría sentada,
esperando a que llamarás.
Pero como es jueves,
y te importa un bledo,
ni vas a llamar,
ni vas a venir,
ni nada.
74.
Hace días que tengo unas ganas,
de saber,
de abrir los ojos,
y por fin entender,
¿por que?
¿por que el cielo es azul?
y tus ojos negros,
y mis ganas locas,
y la vida rara.
Pero como hace días tengo las ganas,
me he preocupado,
más por aprender a patinar,
que por tocar saxo,
o bailar ballet,
¡¡como si se pudiera!!
75.
Me regalaste un poema,
lo pegue en mi solapa,
y se desprendió,
voló por los aires,
y finalmente,
quedó engarzado en el pasado.
Me dolió tanto,
que no quise sacarlo,
y como era tan débil,
termino muriendo.
76.
UN CUARTO DE SIGLO
Un cuarto de siglo
dijiste en la mañana al levantarte.
Un cuarto de siglo
dijeron tus amigos al saludarte.
Un cuarto de siglo te viste en el espejo.
Y eso qué significa
un carro
un trabajo
una novia que te quiere
y más de dos amigos.
Un cuarto de siglo
y ese genio malhumorado
Un cuarto de siglo
y vestido de morado.
Un cuarto de siglo
y un libro de poemas
de Silva por supuesto.
Un cuarto de siglo
sentado en el computador
con los ojos enrojecidos
por los lentes.
Un cuarto de siglo
con rascada de cabeza
Un cuarto de siglo
con el pelo largo, todavía negro
y un par de kilos nuevos,
como para variar.
Un cuarto de siglo
con la gorra azul de los domingos.
Un cuarto de siglo que ya te dijo:
“Bienvenido al conjunto:
bienvenido al próximo lustro,
de lustros ilustres.” IAMO. 11 de mayo de 1996.
77.
AQUÍ ESTA LA CARTA
Hace días tenía ganas de escribirte millones de
cartas,
las primeras con cara de cartas de amor,
las segundas,
más bien con cara de reconciliación.
De reconciliación con la vida,
con mi cuerpo,
con tu cuerpo,
con todo lo que sin querer nos hemos hecho,
y con todo aquello,
que queriendo,
y sabiendo insano,
igual seguimos haciendo.
Pero ya en este punto de mi vida,
las palabras se me empiezan a acabar,
porque empiezan a sonarme incompletas;
como si me hicieran falta sustantivos,
adjetivos,
y hasta verbos para hablar contigo.
Y sí,
ahora que lo pienso,
me hacen falta todas esas cosas al hablar contigo,
me hacen faltan las letras,
y se me confunden las horas
los días,
los meses,
y por poco hasta olvido cepillarme los dientes en
la mañana,
cuando al levantarme,
todavía estoy pensando en ti.
Como la noche anterior,
como todas las noches,
los días,
las horas,
los años,
los segundos,
y todo el tiempo de mi existencia,
que sin ti,
empieza a tornarse sin sentido.
78.
Bienvenido fueras en las horas de mis días,
en que,
pensando en ti
y en tus maravillas,
me sumerjo en las almohadas de mi cama,
que son tantas,
para que no se sienta tanto espacio vacío,
ahora que sigues ausente.
Este día traté de escribirte otra de mis
infaltables cartas,
pero descubrí,
como siempre,
que ya estas dejando de hacerme falta,
y que,
aunque piense en ti día y noche,
las hojas no son suficientes para repensar en ti.
Esperando el día estoy,
en que te me vuelvas tan cotidiano,
que no me importe tu existencia,
y te diga,
cuando al fin vuelvas para siempre,
¡que te vayas!,
porque, como en el libro,
me tienes sin cuidado.
79.
Hoy,
he decidido escribir nuestra historia,
pero no para que te ufanes de ella,
sino porque a mí me empieza a dar tristeza,
cuando pienso en todo lo que hice,
por que no te me fueras de al lado.
Empezaré por la razón de tu partida,
que es lo que más me duele
y lo que más nos separa ahora.
Te fuiste un día de verano,
y era verano,
porque el cielo lloraba como yo con tu partida.
No me dijiste ni hasta luego,
simplemente cogiste tu existencia,
la metiste en la maleta de a tres pesos,
que te regaló tu padre para la ocasión
y te enfundaste en el avión amarillo de Lufthansa,
rumbo a tu patria,
a la patria de tus padres,
a mi propia patria de hace quien sabe cuanto
tiempo.
Y la razón,
que empieza a dilatarse,
entre el recuerdo de tu cuerpo sentado en la cama,
es que,
tus padres,
nos querían separar.
Por que tu tenías que ser piloto y yo periodista,
y ellos compraban la News Week,
y mi madre empieza a comprarme Semana.
Y aquí la historia continua,
como más o menos quise escribirla en Arbeláez,
y como volví a tratar de apuntalarla en París,
y después en Suecia,
y que ahora vuelvo a tratar de escribir para
dejarla por fin exorcizada.
80.
Te conocí un día cualquiera de hace muchos años,
en que te dedicabas al juego,
¡Cómo siempre!,
en la época en que te escondías de tus padres,
para ganarle dinero al vigilante por medio de la
veintiuna.
Pero fue un día distinto a todos,
porque como en las películas surrealistas,
el cielo se tiñó de rojo y todo parecía de comic,
¡con viñetas y todo!
Éramos demasiado posmodernos para tener sólo...
ya no sé cuantos años,
y de verdad lo éramos,
porque ahora estoy segura de que tú eres muy mayor
para mí,
y yo soy muy menor para ti,
aunque en realidad no sea mucho menores el uno del
otro.
Y las cosas fueron pasando hasta que nuestra
existencia,
se fue convirtiendo en uno de esos cuentos de
hadas,
que sigo soñando cuando no me recuerdas,
( que es casi siempre)
81.
Después,
creciendo juntos,
viéndonos todos los días,
empecé a pensar que no te amaba,
pero no,
no era cierto,
porque luego,
cada vez que volvía a verte,
o que volvía a pensar en ti,
te amaba,
con ese amor que no se olvida,
ni se deja,
que no se pierde,
ni se estropea,
ni se diluye,
ni sé...
ni sé...
ni se existe sin él.
82.
Hoy,
muy en la tarde,
muy cuando sigo pensando en ti,
muy cuando quiero buscarte y olerte,
y decirte que te amo,
me contengo.
Porque sé que todo pasa,
como el amor,
como la existencia,
como el ser hombre,
mujer,
o niño,
o viejo,
o abuela,
o madre,
o sobrina de la tía esa,
que es hermana de aquella,
que por fortuna a resultado ser tu madre,
aunque tu,
no seas mi primo.
Por que has dejado de existir en medio de un día
lluvioso de verano,
y sólo te me metes en las páginas cuando trato de
olvidarte,
cuando te pienso,
y te veo tan difuso,
que me da miedo,
que te me pierdas en las horas de sueño,
cuando es inevitable que sueñe contigo. finalizado el 30 de septiembre de
1996.
83.
SEÑORES, EL SUYO
De los muchos años que me quedan por vivir,
y de los pocos que ya llevo vividos,
quería decirles que los amo,
pero no con ese amor que se pierde,
en las tinieblas de la noche oscura,
y los cierres abiertos.
No, en realidad los amo con un amor menos profano,
menos efímero,
menos eterno,
y menos lleno de locuras decembrinas.
En realidad,
con menos de eso,
que se dice en cualquier tiempo,
o en cualquier circunstancia.
Los amo ahora,
que los conozco,
que los llevo en el corazón,
que los sigo llevando,
aun en mis viajes,
que casi siempre,
terminan en papel,
o en algún,
este sí,
efímero regalo.
Y ahora que se me van,
y ahora que se me han ido,
y ahora que yo misma estoy ida,
sigo sabiendo que los amo,
por que siguen siendo mis amigos.
Como cuando nos subimos al techo,
o bailamos en la fogata,
o nos alquilamos el carro,
o nos dormimos hacinados en la misma habitación.
84.
¡ANTES DE QUE SE VAYA, aya, aya!
Antes de que se fuera,
quería sacar de la estera,
lo que ya, no da espera,
y ni crea,
Que esto de escribir en verso,
me ha salido del torso,
o es regalo de un corso,
No, es la reflexión,
que se convierte en canción,
o más bien en reedición,
de un poema que parece en sucesión.
O aunque la gracia parezca,
que está diciendo que crezca,
no es ni que le arriesga,
La aventura de la partida,
me ha dado la salida,
de su inminente huida.
Espero que se divierta,
en aquella huerta,
que parece ser la puerta,
de una vida más cierta.
Aquí nos quedaremos,
los que lo queremos,
y digamos que lo hemos,
Dejado que se vaya,
aya, aya. Octubre
12 de 1996.
85.
ODA AL BUZÓN VACÍO
Si no fuera por tu soledad,
sentiría que eres un rufián,
de ti en los últimos tiempos,
no recibo ni las gracias.
Si al menos las cuentas
me llegaran...
Pero nada.
Ayer te abrí,
hoy también,
y ni los raticidas,
se anunciaban.
Muchacho ¿Qué té pasa?
¿por qué te empeñas en hacer sufrir,
a quien con gusto,
te refresca la mañana,
y saca de la oscuridad,
a tu profundo hueco?
Pronto, pronto.
Alberga una carta,
emociona mi corazón.
Aunque sólo me prodigues,
la SEMANA o el CAMBIO
esta mañana.
86.
Y YO QUE PENSABA QUE YA NO TE AMABA
Y yo,
ya creyendo que no te amaba,
me acostaba en las noches en mi lecho,
por decirlo casi en italiano,
y sentía que el mundo se me venía encima,
y suspiraba.
Pero mis suspiros iban al aire,
como tu recuerdo,
porque en esta casa,
tan vacía,
tan llena de ti,
y tan vacía.
Ya no quepo sino yo,
y mis recuerdos de ti,
y tus camisas.
Y tus camisas que ya raídas,
aun sigo amando en el olvido.
Y tu voz,
que ya borrada,
no recuerda lo que decías,
cuando aún me amabas.
Por dios,
¿que me has hecho?
me has convertido en tu sombra,
sin verte,
sin olerte,
sin estar contigo,
me has destruido.
Con un simple empujón,
me has llevado al infierno,
y con una casi imperceptible respiración,
me podrías haber sacado de él.
Y ya de que vale recordarte,
o echarme las cartas, para saber el futuro,
si el futuro no existe,
ahora que ya no estas conmigo.
87.
Que miedo,
que miedo que me estas dando,
como sí tu recuerdo,
no fuese desvanecerse y volver a desvanecerse,
y caerse,
y destruirse,
y morirse sin ti.
88.
Muérete,
púdrete,
deja que me pudra yo misma,
porque ya nada importa,
esto esta muerto,
y los dos lo sabemos,
y aunque tengas ganas de llamarme,
prefiero que no lo hagas,
porque ¿qué importa el amor?
si ya no nos tenemos confianza.
89.
En las noches vacías,
cuando enciendo este aparato,
y me dedico al solitario,
siento que tú debes estar igual,
y me alegro.
Aunque no sea cierto,
y me este mintiendo,
y sepa que no te importa,
me alegro,
porque al menos,
somos dos,
los que,
estamos sufriendo.
90.
¿Sabes que?
ya te dejo,
te dejo descansar,
porque mañana,
voy a dejar de pensar en ti un rato,
y quien sabe,
de pronto me enamoro,
y te dejo descansar en serio.
91.
Hace poco le escribí unas líneas,
a mí circulo de amistades,
pero en realidad no era circulo,
o en realidad,
tal vez no eran mis amistades.
92.
Hoy lo que tengo es furia,
pero no por amor,
porque a ese se lo llevo el viento,
ahora tengo furia del contento,
del contento y del inocente,
por que no soy yo,
la que duerme tranquila.
93.
Mierda,
y la furia se me sigue escapando,
como si fuese incapaz de desear el bien,
como si fuese incapaz de dejar de calcular,
como si fuese incapaz de la existencia,
y de la vida,
y hasta de los sueños que dejo de soñar,
por tener ocupado el corazón,
tratando de olvidar.
94.
Hoy ya estoy feliz,
porque ayer me leí las cartas,
y me dijeron que te siguiera amando,
que no había problema,
que eso estaba bien,
que iba a ser para siempre.
Yo antes me preocupaba,
pero ya no hay ningún problema,
porque el siempre es ahora,
el absoluto es ahora,
y no importa si se cambia.
Lo que no es adivinar,
sino saber lo que está en el cosmos,
para siempre.
95.
¿Será que tú eres para siempre?
como los poemas,
la coca cola,
y mi profesión de quijote,
que me dice que todo es cierto,
y el siempre es ahora,
y el resto no importa,
y ya
crecimos tanto,
que no eres otra cosa,
y yo no soy gorda.
96.
Que maravilla las ventanas,
y los paisajes,
y las nubes y las flores.
Que maravilla la existencia,
y la fuerza,
y la vida y tu nariz de perro.
Que maravilla seguir viva,
y que maravilla amarte,
y que maravilla que se te olvide.
Por que yo lo sigo recordando,
y eso es lo que me sigue importando.
97.
Hoy he vuelto a mis páginas olvidadas desde hace,
quien sabe cuanto tiempo,
y en esta luz que poco me importa,
me siento sólo un poco triste.
Por ti,
por lo que te pasa,
por mi misma,
y por mi inutilidad de amarte.
Por que es inútil creer en ti,
y es inútil que a ti te escriba,
entonces,
muy ahora,
me sumerjo en mi mundo imaginario,
y sigo pensando en osos,
en cuentos de hadas,
y en millones de estrellas regaladas. P.N.N.Ch, ABRIL 3
DE 1997.
98.
De lo mucho que te he escrito,
lo que más me alivia,
es lo que te escribo ahora,
porque si fuera distinto,
entonces dejaría de escribirte,
y me dedicaría más bien,
a pensar en santos, en muertos, y en escapularios.
99.
Ahora si te dejo,
y te dejo poniéndome un nudito en el dedo,
para que no se me olvide porque es que te estoy
dejando,
y por que es que mis versos,
aunque sonsos,
me siguen aliviando el dolor de tu partida,
y mi inminente tontería,
de seguir escribiendo versos,
que tu no lees,
y que ya no importan.
100.
Dejare de sentir tus manos,
el día en que me liberes,
entonces,
el sol volverá a lo alto.
La paz,
que empieza a confundirse con el silencio,
se me irá convirtiendo en una fiesta cierta,
y no en este remedo de verdad,
que me sigue atormentando.
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