jueves, 7 de noviembre de 2013

del 211 al 219


211.
El día en que llegaste a mi vida,
tus ojos se convirtieron en mi alivio,
pero que más da,
si los míos no fueron el tuyo,
que más da,
si dejé de soñar contigo,
el día en que sin decirlo,
dijiste que no me amabas.

212.
Era el olor de la existencia,
el problema es que nunca era el mismo.

Desde el día en que habían dormido juntas por primera vez,
nunca había sido el mismo olor,
pero siempre era divino.

Hasta que un día de esos que amanecen,
descubrieron que no era el olor de la existencia,
sino el olor del amor... lastima que no se vieron más para poder decirlo...

213.
NO NOS HAGAMOS LOS SUECOS
Caminan por la calle con cara de inocencia y apurados,
a veces van en bicicleta,
entonces,
también están apurados,
se toman su Fika y casi no fuman cigarrillos,
pero se beben sus cervezas en los bares que parecen de la 82.

Son casi todos monos y de ojos azules,
pero piensan mucho,
piensan en un mundo mejor,
en que algo se puede hacer por la sociedad,
no son estrafalarios,
pero a veces parecen no entender lo que no estudian científicamente,
parece como si los sentimientos los tuvieran atorados,
entonces no se dicen las verdades,
como que las cosas no les gustan,
pero que pena decirlo,
aunque claro,
¿cómo decirlo?
si nosotros no hablamos cantando,
o lo cantamos distinto.

Son todos tan rozagantes y saludables,
que hasta sus cárceles parecen de mentiras,
como las paredes de las casas y los baños,
pero claro, es que somos diferentes,
a ellos mi casa ha de parecerles sin sentido,
aquí no da asco pisar el suelo mojado del baño,
pero ¿como va a dar?,
si son europeos los que ahí orinan,
que honor,
en el mismo baño.

Lo que si,
es que son naturales,
sufren por cosas distintas,
aunque a veces parecidas,
pero tiran igualito, y más seguido.

Hacen lo que quieren
y no esperan en la calle al otro,
bailan solos y nadie se preocupa por el almuerzo o la plata de la matricula,
todo lo tiene solucionado mamá sociedad,
bueno no todo,
porque también se enamoran,
y sufren igualito por eso,
hasta piensan en llamar o no,
también se obsesionan,
es que seguro lo único universal son los sentimientos.

No tienen perros callejeros,
y a nadie se le ocurre lavar vidrios en los semáforos,
es que son desarrollados.

Toman desayunos dulces,
comen chocolates y helados,
hasta se ríen,
pero ni idea de que,
comparten la comida,
pero en realidad no la comparten,
y llevan el chéchere para dormir en otro sitio,
pero son tan de verdad,
que ya no parecen super héroes,
sino seres humanos distintos,
tal vez algún día se inventen un hombrológico diferente al zoo de Nueva York,
porque aunque parezca,
no somos de la misma especie.

Porque nuestro adelante,
parece siempre su atrás,
aunque se roban las bicicletas
y hacen trampa en el tranvía para que mamá sociedad tenga algo en que gastarse sus impuestos, que son esos si,
más grandes que los nuestros.

Y si alguna vez les preguntas que piensan de la vida,
o que van a hacer cuando sean grandes,
se encogen de hombros
y dicen lo mismo que nosotros,
NO SE.

Así, no parecen tan lejanos,
así digo,
viéndolos de cerca y sin anteojos,
parecen de verdad, no caricaturas.

A veces me pregunto si los quiero,
y no termino de responderlo,
porque a veces si, y a veces no,
como en todo.

Son un poco inocentes,
y eso cansa a los que no lo somos tanto,
seguro yo también soy un elemento extraño,
que no encaja en la vida,
pero
¿Quién sabe?

Ahora ya empiezo a aprender algunas cosas,
pero tampoco me he preocupado mucho por hacerlo,
porque para qué,
si mi futuro no esta aquí con ellos,
sino en una tierra que por parecer olvidada de dios,
aunque vale la pena ser vivida.

De pronto un día,
cuando el sol parezca más cercano,
quiera ser como ellos,
pero espero contenerlo,
porque cada cual a llegado a su sitio en el momento exacto
y cada cual tiene algo que debe vivir para ser feliz y crecer.

214.
Sonrientes caminantes del futuro,
briosos corceles que no encuentran camino,
ases de luz se diluyen en mi cuarto,
y pienso en los atardeceres de mi hogar.

215.
Ya no quiero hablarle de un mundo nuevo,
que ya por todos es conocido,
hoy quiero hablarle del que llevo por dentro,
necesito hablarle del que vale mas que el dorado.

Yo, al igual que usted,
me siento sola,
con una soledad que me carcome los huesos y me hace sentir que sigo creciendo,
vivo de una manera sencilla y callada,
donde siento al mundo haciéndome la que no me toca.

Pero es muy fuerte lo que siento,
bajo el cuero de hipopótamo curtido,
hay un corazón que siente alivio,
de ver que el mundo puede ser mejor.

No tengo sueños,
no sueños reales y certeros,
vivo escaramuzas, hortalizas mal cortadas y salsas bien preparadas.

A veces quisiera ser distinta,
poder decirlo todo sin tartamudear,
sin perder las palabras y los significados por el camino,
hablar sin dejarme intimidar,
pero me resulta tan difícil,
que prefiero seguir en la esquina,
callada.

Y mis sueños son cosas que me imagino,
y se me vuelven letras mas que frases en la cocina,
me pregunto 100 veces si alguien se da cuenta,
y me siento tan fútil que me asombro al mirarme al espejo.

Tampoco es que me esfuerce mucho al ver mi imagen reflejada,
sin embargo la observo extasiada y le sonrío,
como una manera de conocer a alguien que siente lo mismo,
a alguien que me conoce.

Aunque claro,
nunca se sabe cual puede ser el significado de conocer,
de golpe solo es creer saber algo más completo que...

Ahora, de repente,
me ha entrado el tedio,
siento como si el universo se empeñara en ocultarme,
como si lo mas cercano fuera ahora indescifrable,
siento un fastidio absurdo.

Me pierdo entonces a mi misma y no comprendo,
Como de tanto esperar nunca se llega a nada.

216.
Lamentos,
son todos lamentos,
de estar vivo,
de haberse muerto,
existir es un lamento,
y lo son también los cantos de iglesia.

Pero los míos son distintos,
proceden de un mundo nuevo,
de un universo indescifrable,
se confunden con espejos.

Los míos se quiebran,
se diluyen,
absorbidos por la tela de mi camisa,
se funden en mi,
parece como si nunca hubieran existido.

Pero fueron,
fueron rosas y camellos,
y estrellas regaladas.

Hoy son paradigmas,
estereotipos,
palabras acartonadas que parecen nuevas,
¿utopías?

217.
Ahora me corren hormigas por las nalgas,
no me puedo estar sentada,
sin embargo estoy,
me obligo.

Las hormigas se han pasado a mi estómago,
las dejo ahí, no las asusto,
quiero contemplarlas amarillas,
rozarlas con el dorso de mi mano.

Han tenido hijos las hormigas,
se confunden en mi sangre y la hacen navegar por mis arterias,
al fin la siento entonces,
ya no importa si estoy sentada.

Navego por mi sangre yo también,
como mis hormigas amarillas,
que ahora no son hormigas,
han cambiado,
son rayitos de la luna de anoche,
se escaparon del cielo y ahora viven en mi esófago.

En mi útero hay otras,
esas no tan blancas, pero igual muy duras,
fuertísimas,
como larvas de una mariposa marginal.

Me cerceno el intestino y ahí hay otras cosas,
pedacitos de roca que se pudren,
todo está quemado por dentro,
será por eso...

Si, es por eso, me respondo,
como una manera de saberlo todo,
de asirlo.

Me duelen los pies pero no importa,
ya he aprendido a caminar,
lentamente voy perdiendo el ritmo antiguo,
ahora he comprado uno nuevo,
más lustroso,
mas fino.

Las manos sí son iguales,
un poco arrugadas,
pero iguales,
me las miro y me pierdo en ellas,
por que me llevan de vuelta las venas,
esas no se están pudriendo,
parecen vivas, se regocijan al verme.

Una luz se me sale del ombligo,
y trato de agarrarla en la noche sin estrellas que es mi silencio,
pero no importa irme ahora,
sólo quiero aferrarme a mi silla de la nave espacial.

Las luces se prenden y se apagan,
parecen una sala de edición en un sótano solemne,
estamos despegando,
mi silla y yo empezamos a volar por el cuarto.

Ya no importa el vidrio cerrado,
le pasamos por dentro,
vemos los autos en la calle y son rojos y verdes los colores de la calle,
pero no me altera,
hay que seguir mas lejos,
a todo le pasamos por el cielo apagado.

Pasamos por encima del parque en un relámpago,
a siete horas de diferencia estamos en su casa,
mi silla y yo ya no podemos volver a la misma calle,
cerca al parque,
al otro lado del océano.

Nos perdimos,
pero ahora hemos encontrado su sombra,
también tiene hormiguitas en el estomago,
se funden nuestras hormigas.

Ya nunca más estarán solas,
su sombra y la mía.

Eso me conforta,
entonces mi silla y yo volvemos a la sala,
nos vamos a dormir,
pero hemos perdido la sombra.

Se a quedado con las hormigas suyas.

Noviembre 12 de 1997.

218.
Del frío del balcón vuelvo a mi casa perdida,
ahora no importa el verano,
ha desaparecido,
sólo quedan las hojas de los árboles,
en los pisos marchitadas.

Mi cicla sin luces sigue pegada a la escalera,
y mi corazón sigue latiendo,
todavía hay esperanza,
escucho sonidos conocidos,
me confortan,
suenan cerca,
suenan míos.

Ya los personajes de mi historia han crecido,
van tomando sus propios rumbos,
van sellándose en pasado,
ahora son ellos mismos.

Entonces vuelvo yo a estas tierras,
y salgo al balcón,
a serenarme,
a descubrir por donde han pisado sus huellas,
no las encuentro,
camino a oscuras por sus vidas,
ya no me pertenecen.

Necesito un masaje en el cuello,
no me atrevo a pedirlo,
levanto mi mano como siempre,
pero vuelve a bajar inexplicable.

Ahora es otro el cuento,
más maduro,
menos sueño.

El reloj sigue moviendo sus espadas,
me van cortando las entrañas,
y mi hermana se despeluca por ese sonido,
que gracioso despertar el de mañana.

219.
Revienta la ulcera por su gran peso,
y el aceite sofocante se desliza por la calle,
ya empiezo a ser yo misma,
mas distinta a lo que soñaba,
más perdida que antes.

Acaricio las letras en mis manos,
se parecen a otras que ya he escrito,
no las encuentro halagadoras,
pero me hacen descansar,
parece que otro día va a llegar.

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