jueves, 16 de mayo de 2019

cuento escrito en 2009 enero sin título


El olor del vomito le provocaba aún más nauseas de las que ya le habían hecho expulsar todo alimento de su cuerpo, contuvo la  siguiente andanada hasta su turno, descansó a medias cuando pudo soltar su bilis dentro de la bolsa de supermercado compartida con otros 4 internos; todos trasladados de afán en una noche cualquiera, en un furgón sin ventilación alguna, a oscuras, todo por ser lesbiana y querer ser visitada íntimamente por su pareja del mismo sexo un domingo cualquiera, en la década de los 90, primeros años... presidente Gaviria.

Llegó el furgón a la cárcel de Bogotá casi punteando el alba, se bajó entumecida, vacilante dio los primeros pasos, acostumbrando sus ojos a la intensa luz del nuevo presidio, mientras caminaba en medio de los guardias  pensó  para sus adentros en las tantas veces que esto le había sucedido, en lo que vendría tras el cerrar de las rejas; caminó despacio, para sentir en sus pulmones el viento fresco de la madrugada, vio de reojo a la virgen iluminada, no sé persigno, solo miró indiferente  los cientos de adornos que significaban los muchos milagros recibidos de ella por personas desconocidas,  ella no había sido bendecida con ningún milagro, ya no creía ni en Dios ni en ley, vivía un calvario.

La directora la esperaba sarcástica frente a su gran escritorio, al saberla lesbiana y famosa en el mundillo carcelario por serlo, le dio el tratamiento esperado:  - señorita marta, bienvenida, siga y se sienta, porque le tengo muy buenas noticias.

Como le gusta fraternizar con sus compañeras, le ubicamos suit en el patio 2do, espero la directora la reacción al anuncio, pero Marta se aferro a la silla tratando de ser imperceptible; en todo el país era sabido que el 2do era el patio de internas peligrosas, de mujeres que lo han vivido todo y ya no tienen más interés en el mundo que el de sobrellevar la pena en su ley.