Esta carta no será recibida,
y no será recibida,
por que nunca fue escrita,
porque el tiempo no existe,
y no hay futuro,
ni presente,
ni pasado.
Y el pequeño sol,
que antes me iluminaba,
ya no posa sus rayos sobre mí,
por que ese sol a muerto,
por que no ha existido,
por que no ha existido nadie.
En la impunidad del tiempo,
a desaparecido,
ya que el mundo no existe,
y el tiempo se escapa,
y los héroes,
no lo son por “Heroicos” y valientes,
sino por dar la mano,
y sentarse a escuchar.
Ellos son libres,
de las lastimeras palabras,
por que son mártires de sus horas.
Pero tristemente,
el tiempo es insuficiente,
lastimosamente inconsistente,
etéreo y fugaz. 28
de enero de 1990
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